La película cuenta la historia real de Lizzie Borden (Chloë Sevigny) y los asesinatos que cometió en su propia casa en 1892 y por los que nunca fue condenada. Un thriller psicológico sobre como la famosa Lizzie asesinó a su padre y su madrastra con la ayuda de la sirvienta Bridget Sullivan (Kristen Stewart), con la que estableció una afectuosa relación.